Estancamiento. Todo parece gris, lo que antes les hacía sonreír ahora es una simple costumbre. Encontrar una razón para demostrarse afecto es difícil y evitar pelear es prácticamente imposible. Todo se hace repetitivo y rutinario, si no se ven ni siquiera lo notan.
Ficción. Ambos lo intentan, pero a pesar de los esfuerzos ninguno resulta un buen actor. Simulan una conexión que ya no existe, se mienten para no herirse más y esperan que la farsa le gane a la realidad. Pueden pasar horas de lado del otro sin sentirse acompañados, anhelan la emoción que alguna vez nació de su relación y extrañan lo que eran antes de convertirse en una pareja de desconocidos.
Guerra. La paz se vuelve una fantasía en su relación y hasta en el silencio se escuchan sus quejas y reclamos. La decepción de los lazos rotos empieza a tener rostro y nombre, pero ninguno admitirá que el problema es cuestión de dos.
Derrota. Entre batallas perdidas y ganadas llega la derrota de su relación, más lastimados que nunca deciden atarse a la tristeza para sufrir juntos. El único consuelo lo encuentran cuando no están cerca y aunque tengan la esperanza de que el tiempo haga lo suyo, cada vez se alejan más de una solución.
Aceptación y Separación. El día llega, después de tanto los dos están de acuerdo en algo. Separarse se vuelve la única forma de recuperarse a ustedes mismos y solamente estando lejos vuelven a encontrar un pedacito de paz. La culpa, el arrepentimiento y otros monstruos comienza a aparecer, pero el perdón también se asoma entre la enredadera de emociones con la que lidian todos los días.