A veces las personas creen que apostando por casarse significa que habrá felicidad. Y esto no es del todo verdad.
En todo matrimonio siempre habrá desacuerdos, problemas, discusiones, e incluso el divorcio, etc. Pero en realidad la felicidad tiene que ver mucho con la personalidad y la mentalidad de uno mismo.
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Al casarse; la presión aumenta, porque hay más deberes y obligaciones; tal como, la limpieza del hogar, revisar tareas de los hijos, el trabajo, cocinar, y una amalgama de actividades.
Por ello, llegan a agotarse y lo más adecuado es recibir el apoyo del esposo para que la convivencia sea alegre e inculcar a los hijos a integrarse en las labores domésticas.
Un estudio de la Universidad Estatal de Michigan, publicado en Infosalus, habla sobre amor y las relaciones en la felicidad.
«Descubrieron que en dos tercios de los matrimonios la felicidad comenzó a niveles altos, pero luego disminuyó de manera constante a partir de la década de pareja. Este punto coincide con cuando las mujeres están haciendo malabares con las mayores cargas de trabajo, a las que se les suman las tareas del hogar y el cuidado de los chicos», indicaron en este estudio.
Lo ideal, es que mensualmente haya reuniones de familia, dónde todos pongan sus puntos de vista, planificación y distribución de tareas.
Entonces todo dependerá de uno mismo, si estás soltero y crees que estando casado serás feliz, estás equivocado(a), aprende a disfrutar de tu soledad, de compartir en familia, etc.